sábado, diciembre 03, 2005

¿Con quién te casas?

Artículo de la revista del sábado del Mercurio

El siguiente tema va con mucho cariño a mis amigas y dirigido a todas las mujeres especialmente y a aquellos hombres que también buscan lo mismo, sólo me queda decir, cuidado y disfrútenlo.

Después de un pololeo prolongado a la espera de terminar los estudios profesionales y trabajar para juntar dinero, llega el momento de anunciar a todos que se casan. Entonces comienza el largo y absurdo vía crucis. Arrendar un departamento y pagar lo exigido por adelantado, sumándole al desembolso los interminables arreglos.

Luego de lograr poner de acuerdo a todos los involucrados de ambas familias, se acuerda la fecha más adecuada para el matrimonio. Teniendo el día, se reserva la iglesia y el lugar donde será la fiesta, que hay que pagar por anticipado. Se mandan a imprimir los partes que, por supuesto, al retirarlos habrá que cancelar de inmeadito y agregarle los sobres y gastos del envío. Se sigue con la selección del menú y el pago de la banquetera; lo que se va a beber se cobra aparte. También hay que escoger y pagar a quien se encargará de la música, sin olvidar el coro que cantará en la iglesia. Hay que pagar a quien haga los arreglos florales del altar y quien tomará fotos. Todo esto junto con el vestido de la novia, y la costurera que hará sus múltiples pruebas y ajustes. Aparte será el ramo de flores, como también el arriendo del traje del novio, que deberá ser similar al de los padrinos. Hay que pagar los pasajes de la luna de miel, más el hotel y gastos extras. Todo esto mientras se intensifica el trabajo el la oficina, para dejar todo listo antes del matrimonio. Entre todos estos trajines, hay que participar del ritual de las despedidas de soltero(a) y los inevitables viajes a la tienda para cambiar regalos.

Después de esta sangría de gastos y deudas, si los novios logran pasar toda la tensión sin pelearse, llegará el día del matrimonio, que ya está transformado en un evento. Comienza el matrimonio con una larga y nerviosa espera del novio en la puerta de la iglesia, saludando a una interminable hilera de invitados, a los cuales no ubica mucho pues son compromisos sociales anteriores de ambos padres. Mientras tanto a la novia, a la que ya han vestido previa sesión de peluquería, se le avisa por celular que ya está llena la iglesia.

Por fin llega el momento en que ambos entran, tratando de hacerse los relajados, mientras el público los evalúa. Allí frente al altar, delante de un Jesús semidesnudo derrotado en la cruz, se darán mutuamente el consentimiento y el sacerdote los bendecirá.

Al final cabe concluir sobre quiénes son los que realmente se están casando. Si los novios a los que se casan entre sí o son los novios que se casan para siempre con una sociedad de consumo. Pues más que quedar casados entre ellos, los novios quedan cazados con el sistema. Su estado civil será el sobregiro y los compromisos sociales.

A la vuelta de la luna de miel, no tendrán mucha oportunidad de disfrutar de todo lo nuevo que los rodea, pues ya están cazados con los compromisos sociales. Sus paseos serán ir juntos a comprar lo que las ofertas les hacen creer que necesitan. Tendrán que trabajar duro, no sólo para vivir, sino que para pagar todas las deudas y mantener un sistema de vida que nunca les importó en su pololeo. Obligados, pospondrán la venida de los niños o los programarán matemáticamente, pues antes de poder alimentar a sus hijos tienen que alimentar la escuálida línea de crédito. Lo más triste es que arrastrados por este torrente, se les irán ahogando el amor y los sueños. Perderán la sencillez y la alegría de estar juntos. Los ideales y los valores que compartían, por los que estaban dispuestos a desafiar al mundo, quedarán en el álbum de los recuerdos. Más que un matrimonio vivirán como si fueran una sociedad con fines de lucro.

Un poquito pesimista el final pero nunca alejado de la realidad, opiniones y sugerencias para nuevos temas serán bienvenidos.